viernes, 29 de junio de 2007

El Recuerdo



Hoy llueve. Es una leve llovizna que hace nacer la melancolía en mi alma sembrada de ella.
En dias así, dejo fluir las lágrimas, que durante días contengo con el fuerte dique de la voluntad y la necesidad de ser más fuerte que el dique.
Miro la ventana y sigo con un dedo el camino errante de una gota, mientras acude a mi el recuerdo de esos seres tan queridos que ya nunca volverán mas que en estos diás de melancolia que a veces me llegan como si fuesen ataques de malaria. Se podría decir que a veces sufro ataques de recuerdo
Aún me parece oír a mi abuela con la voz tocada por el tiempo, a pesar de no ser vieja, y con el lamento soterrado que siempre desprendía su voz después de tanto dolor sufrido
--¡Ay, mi chocho!Mira que he hecho pá ti.--decía enseñándome la labor de crochet
– Pá tu casa – mientras sus dedos, laboriosos hasta casi el final de su vida, trabajaban sin descanso, ágiles, como mariposas inquietas
Me parece ver como se iluminaba su cara cuando veía llegar a mi abuelo.
--¡Ay, mi Lolo!-- y la piel de su cara, que ya no luchaba contra la gravedad, se volvía a recomponer y sonrosar en una desdentada sonrisa, como la joven que fué.
Recuerdo a mi abuelo, rellenando cartuchos de papel con pesetas y escondiéndolos para que los buscáramos cual tesoro y hechizándonos con cuentos sobre lobos mientras aullaba su contento cuando nos cogía en brazos.
Es curioso que sintiera tanto alivio cuando ambos llegaron al final de su camino, y es curioso que, a veces, el camino se vuelva tan tortuoso.
No lloré cuando se fueron. Pero a veces el llanto me persigue, aprieta mi garganta, porque los echo de menos.
Entonces los recuerdo, riendo, queriendo, luchando... Y la pena retrocede avergonzada por su egoismo.
Cristina Eugenia Pala Ruiz-Berdejo (Junio 2007)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.