sábado, 28 de enero de 2012

La búsqueda










Busco la felicidad efímera
en la calidez de su abrazo
en sus torpes caricias
en sus besos regalados.

Busco mi corazón perdido
entre prendas y relatos
en las notas de una nana
en zapatos para enanos.

Busco mi alma cansada
de correr tras sueños rotos
en sus mejillas rosadas
en sus pestañas curvadas.

Y allí donde busco encuentro
dos veces dos lo buscado
más reposo, el sosiego
de saber que he llegado.

viernes, 29 de junio de 2007

El Recuerdo



Hoy llueve. Es una leve llovizna que hace nacer la melancolía en mi alma sembrada de ella.
En dias así, dejo fluir las lágrimas, que durante días contengo con el fuerte dique de la voluntad y la necesidad de ser más fuerte que el dique.
Miro la ventana y sigo con un dedo el camino errante de una gota, mientras acude a mi el recuerdo de esos seres tan queridos que ya nunca volverán mas que en estos diás de melancolia que a veces me llegan como si fuesen ataques de malaria. Se podría decir que a veces sufro ataques de recuerdo
Aún me parece oír a mi abuela con la voz tocada por el tiempo, a pesar de no ser vieja, y con el lamento soterrado que siempre desprendía su voz después de tanto dolor sufrido
--¡Ay, mi chocho!Mira que he hecho pá ti.--decía enseñándome la labor de crochet
– Pá tu casa – mientras sus dedos, laboriosos hasta casi el final de su vida, trabajaban sin descanso, ágiles, como mariposas inquietas
Me parece ver como se iluminaba su cara cuando veía llegar a mi abuelo.
--¡Ay, mi Lolo!-- y la piel de su cara, que ya no luchaba contra la gravedad, se volvía a recomponer y sonrosar en una desdentada sonrisa, como la joven que fué.
Recuerdo a mi abuelo, rellenando cartuchos de papel con pesetas y escondiéndolos para que los buscáramos cual tesoro y hechizándonos con cuentos sobre lobos mientras aullaba su contento cuando nos cogía en brazos.
Es curioso que sintiera tanto alivio cuando ambos llegaron al final de su camino, y es curioso que, a veces, el camino se vuelva tan tortuoso.
No lloré cuando se fueron. Pero a veces el llanto me persigue, aprieta mi garganta, porque los echo de menos.
Entonces los recuerdo, riendo, queriendo, luchando... Y la pena retrocede avergonzada por su egoismo.
Cristina Eugenia Pala Ruiz-Berdejo (Junio 2007)

viernes, 15 de junio de 2007

CALEDONIA
¿Es posible que nuestro alma reconozca un lugar?
Yo creo verdaderamente que mi alma supo que estaba en el hogar, cuando divisamos esas altas, escarpadas y desnudas montañas de Escocia.
Escocia, las Highlands, la bella y antigua Caledonia con su abrupto y a la vez suave paisaje.
Las laderas aparecían desnudas por los helados vientos que preceden el otoño, sombreadas aquí y allá del púrpura de los brezos y las sombras de las nubes
Estaba estremecida ante tanta belleza y notaba en mi cuello los gélidos dedos del invierno introduciéndose bajo mi ropa.
Imaginaba a altos y fuertes hombres montados en peludos caballos recorriendo esa vasta inmensidad.
Cientos de kilometros de piedra, agua, brezo y bajos arbustos.
Me sentia como si abriese los ojos por primera vez y notaba en el centro de mi ser como la gravedad me ataba a la tierra. Sentía mis pies más pesados y en mi cabeza podia oir la mágica música de las gaitas. Y es que en Escocia el viento suena al lamento de las gaitas
Tierra mágica de druidas y guerreros, de mujeres luchadoras y amables. Solitaria, bella y agreste.
He viajado y conocido muchos sitios.
Pero en Escocia todo me parecia nuevo y cotidiano a la vez. Como si llegara tras un largo viaje de nuevo al hogar y su tierra me recibiera con los brazos abiertos y me apretara fuerte contra su seno. Igual que una madre recibiendo a su hijo perdido. Y asi me sentía. Como un niño perdido abrazado por su madre, consolado y a salvo, rodeado por su aroma familiar.
Y alli, casi en lo mas alto de Glencoe grité y grité. Grité de alegria por haber encontrado mi sitio y de pena por haber estado tan largo tiempo perdida. Grité por tener que volverla a perder. Y es que en esta vida, Escocia está muy lejos de la vida que me he forjado, pero allí, con lágrimas en el corazón me hice una promesa. Una solemne promesa. Volveré a mi bella Caledonia.

Abrázame


Abrázame fuerte esta noche,
aleja unas horas mis miedos,
pues esta oscuridad sin nombre
se cierra sobre mi de nuevo.
Dame la mano, amor mío,
me angustia perderme entre sueños
y es que esta madrugada loca
me hace temer el día nuevo.
Siento frío en las entrañas
temblores recorren mi cuerpo.
Abrázame fuerte esta noche
aleja unas horas mis miedos.



Cristina Eugenia Pala Ruiz-Berdejo

El Tesoro


Vuelvo de dejas mis sueños
en aquellas montañas azules,
lejanas de la inconsciencia
los he enterrado hondo
a la sombra de un palmero
sin señales
cual tesoro
para olvidarlos del todo
en aquel valle frondoso
Y he bajado al valle oscuro
sin pasado
sin futuro
sin esperanzas vanas
cargada de realidad
para enfrentarme a la vida
con la piel endurecida
encallecidas las manos
pues fueron ellas las que cavaron
el hoyo donde enterré sueños
el futuro
y el pasado

martes, 12 de junio de 2007

La Mujer Sumo

Yo soy la fuerte
yo, la mujer sumo
que puede con todo
la que nada puede
Fácil me derrumbo
ante el triste mundo
ante tristes ojos
ante el hambriento loco
Mi cuerpo resiste
mi corazón se encoge.

Cristina Eugenia Pala Ruiz-Berdejo (2006)

El Deseo (parte de un capítulo de cierta novela que he empezado)

Nuestras caras estaban muy cerca y nuestras respiraciones se unían, se reconocían, se enredaban. Su boca se movió y mi cerebro registró segundos más tarde que decía:
-- Siempre has estado loca por mi --
Ella le miró entre desafiante e hipnotizada y contestó resistiéndose a él y a si misma:
--Alucinas.
No se que pasó entonces. Quien fue el primero, aunque supongo que fue inevitable. Nos abalanzamos el uno sobre el otro, nuestras bocas mordiéndose, penetrando, conquistando y arrasando dejando mi mente perdida en remolino inconexo de pensamientos y sensaciones.
No podía para de besarla, de devorarla deseando hacerle daño, de reaccionar ante él. A la pequeña reina de hielo que en un segundo se ha vuelto volcán en sus brazos, quemándole la boca y el cuerpo. Ella lucha también con sus labios, su lengua y sus manos sin someterse y Álvaro piensa en cuanto la ha deseado sin ser consciente y en como su cuerpo la reconoce.
Sus grandes manos sujetan la cabeza de ella y pega su cuerpo a su calor, la sujeta en un intento de someterla, la bebe, la degusta como un hambriento y piensa que es suya. Ahora es suya y sólo la dejará ir cuando se canse de ella. Será pronto cree.
Joder, joder, joder. No me puedo creer esto. Sólo pienso en que me gustaría comérmelo como si fuera un caníbal. Mis besos están alimentados por una furia que es mitad anhelo, mitad rechazo. No... aparece en mi mente la sombra del recuerdo de otro besos, otro cuerpo otro hombre... Mario... El recuerdo de Mario asoma la cabeza pero el beso enloquecedor de Álvaro la cercena y sólo existe él, su calor. Pero como no puedo resistirme a él, lo ataco y lucho con sus mismas armas.

Cristina Eugenia Pala Ruiz-Berdejo (2006)

sábado, 2 de junio de 2007

Flora (Basado en un personaje de Tenesse Wiliams)


La banda sonora en la vida de una mujer soltera, que se acerca peligrosamente a los temidos 40, es el constante tic tac de nuestro reloj biológico y el chan chan chan que nos causa el miedo a la soledad.
Cada vez me cuesta un poco más pintarme de carmín los labios cuando me levanto, y cada vez la casa se me hace más grande y a la vez, paradójicamente, más estrecha.
Me asfixio y el calor sube por mi cuerpo y me hace sudar.
Me miro al espejo y noto las pequeñas arrugan que rodean mis ojos ansiosos. Mientras me maquillo. La cara alargada y mi pelo recién peinado en Antoinette donde han camuflado mis canas.
Me miro y me pregunto que hay de malo en mi, en que he fallado. ¿Será mi piel?¿Esoy demasiado delgada o son mis pechos demasiado pequeños? ¿Me dejó Vernon porque fuy demasiado fácil o demasiado difícil?
Betsy dice que este peinado no me favorece y que mi cutis no esta bien. ¿Será así? Pero bueno, ¿que sabrá esa vaca? Solo sabe hablar, hablar y hablar.
¿Estará en casa esa gorda gruñona? A lo mejor no le importa ir al Coronado esta noche a divertinos.
No sé... A lo mejor esta noche conozco a alguien interesante, tomamos unas copas y ...
Ja. Seguro que Betsy lo estropearia.
Pero ¿con quien voy si no?
¡Ahhh! A veces estoy tan cansada de buscar, de perseguir. De sonreir y ser siempre perfecta.
No hay nadie que vea bajo el maquillaje.
Ya me he resignado a no tener hijos. No ya no los habrá para mi, pero ¿cuando me resignaré a vivir sin amor?
¿Donde se han ido los años?
Pronto seré demasiado vieja para seguir buscando el amor y no quiero quedarme sola. No quiero morir sola.
Voy a llamar a Betsy